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Internet de las cosas. Tornillos que hablan.

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IoT, Internet of Things o Internet de las Cosas. La 4ª revolución industrial, tal y como se considera en muchos foros, es la tecnología que está irrumpiendo con fuerza en estos últimos años.

Los dispositivos con esta tecnología digital se comunican de forma activa y bidireccional con los nodos definidos. Reciben y transmiten información que permita gestionar su funcionamiento para optimizar y controlar la calidad de su funcionamiento. Esto permite también hacer su experiencia de uso más confortable, práctica y placentera a sus usuarios.

Automóviles localizados de forma permanente, que dan a su propietario información de diverso tipo. Electrodomésticos que ejecutan acciones para continuar realizando su actividad de forma casi autónoma como una nevera que ordena el pedido de alimentos que se agotan; una lavadora que se activa desde una app del móvil; cámaras de vigilancia controladas desde el smartphone…

Además estos dispositivos pueden informar de problemas de funcionamiento, desgaste de piezas, necesidad de reparaciones, bien al propietario o directamente al servicio técnico.

“Internet de las Cosas, la 4ª revolución industrial”

Trasladado al ámbito industrial, “Internet de las Cosas” permitirá un control de calidad optimizado, que pueda actuar de forma anticipada al fallo y poder programar intervenciones en vez de atenderlas en el momento, en general inesperado, en que ocurre la incidencia. Ya existen elementos tan sencillos  como los enormes tornillos de instalaciones eólicas y de otros tipos que disponen de esta tecnología para informar de su estado de desgaste avisando anticipadamente de una posible rotura. Un desarrollo de una empresa española que logra que se pueda organizar un mantenimiento programado, siempre mucho más eficiente y barato  que “apagar fuegos” según surgen.

Retos de esta tecnología.

Dentro de los numerosos retos a afrontar de la tecnología de “Internet de las Cosas” destacan dos.

El primero se relaciona con el procesamiento de datos, con volúmenes a manejar de dimensiones hasta ahora desconocidas, y que suponen un reto tanto en la recogida como en su manejo, interpretación y aplicación.

La seguridad es el segundo. Todos estos dispositivos conectados a Internet pueden suponer también una puerta de entrada para aquellos que las buscan para otros fines ajenos al objetivo final de esta tecnología. Basta recordar el reciente ataque informático del pasado mes de octubre que sufrieron compañías como Amazon, Twitter y Spotify. Ataque canalizado a parecer a través de dispositivos domésticos con la tecnología de “Internet de las Cosas” algo prácticamente inédito hasta el momento.

Por tanto, también hay que preguntarse ¿con quién habla ese tornillo?

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